Mujer, no centro de rehabilitación.
Posted by Cristina Santiago on
Deja de Querer Salvar al Mundo: Enfócate en Tu Propio Crecimiento
Una de las características de la naturaleza femenina es la habilidad de cuidado que tenemos para otros. El ser cuidadoras, es algo con lo que nacemos, por eso tenemos la bendición del útero que crea vida. Sin embargo, el querer arreglar los problemas de los demás y de ser la heroína que rescata a todos, socava todo en ti. Cuando vamos evolucionando como mujeres, muchas quieren rescatar a su familia, amigos e incluso pareja, pues ya estos no están alineados a su evolución y comienza una incompatibilidad de relaciones. En medio de esa incompatibilidad, nos aferramos a querer rescatar la dinámica de relación que era antes, de imponer nuestras filosofías de vida e incluso metas, a quienes nos rodean. Es justo ahí, donde nace el síndrome de la salvadora.
Tenemos que entender que cada persona tiene su filosofía de placer, éxito, bienestar y posibilidades. No puedes tratar de mostrar posibilidades a alguien que es ciego, simplemente porque para esa persona, esas posibilidades no forman parte de su realidad. Cada quien crea su realidad y es ahí donde debemos actuar en permisión con lo que son otras personas, si verdaderamente las amamos. Muchas veces el impulso de salvar a alguien nace desde nuestro ego y otras desde la manipulación y victimización de la otra parte. Ambos polos, consumen nuestra energía, nos alejan de la expansión y producen estrés, ansiedad, miedo y dependencia emocional.
Con esto, no estoy diciendo que te alejes de la bondad e intenciones con egoísmo, solo estoy tratando de crearte la consciencia y te preguntes; ¿Estoy cayendo en el síndrome de la salvadora? ¿Me estoy consumiendo a mí, por salvar a alguien que no quiere ser salvado? No podemos confundir dar a los demás y ser pieza de bendición, con caer en el síndrome de la salvadora, que busca sembrar en suelo que no es fértil.
Te voy a compartir algunas reacciones del síndrome de la salvadora:
- Estrés y Ansiedad: Intentar manejar las dificultades ajenas, además de las propias, puede generar altos niveles de estrés y ansiedad. El sentirte responsable de la felicidad de otros puede ser abrumador.
- Fatiga: La falta de descanso y la presión continua pueden llevar a la fatiga crónica, afectando tu bienestar general y tu capacidad para funcionar en el día a día.
- Pérdida de Identidad: El enfoque constante en las necesidades de los demás puede hacer que pierdas de vista tus propios deseos y objetivos.
- Auto-Negación: Poner siempre a los demás primero puede hacer que descuides tus propias necesidades, deseos y metas. Esto puede llevar a una sensación de vacío y falta de realización personal.
- Dependencia Emocional: Al centrarte tanto en ayudar a otros, puedes desarrollar una dependencia emocional de su aprobación y gratitud, perdiendo de vista tu propio valor intrínseco.
- Relaciones Desequilibradas: El deseo de salvar a todos puede crear relaciones desequilibradas y poco saludables.
- Falta de Límites: No establecer límites claros puede permitir que otros se aprovechen de
- Impacto Negativo en la Autoestima: El fracaso en "salvar" a todos puede llevar a una disminución de tu autoestima y autoimagen.
- Autocrítica: La tendencia a culparte a ti misma cuando no puedes ayudar puede aumentar la autocrítica y la percepción negativa de ti misma.
Estrategias
Para evitar los efectos negativos del síndrome de la salvadora, es importante encontrar un equilibrio entre ayudar a los demás y cuidar de ti misma.
- Establece Límites Saludables: Aprende a decir no y establece límites claros sobre cuánto y cuándo puedes ayudar.
- Tiempo Personal: Dedica tiempo a tus propios intereses y necesidades, sin sentirte culpable por no estar disponible para todos.
- Fomenta la Autosuficiencia en los Demás: Anima a los demás a enfrentar sus propios problemas y desarrollar sus habilidades para resolverlos.
- Apoyo sin Intervención: Ofrece apoyo emocional y consejo sin intervenir directamente. Esto les permite aprender y crecer por sí mismos.
- Reevalúa tus Motivaciones: Reflexiona sobre por qué sientes la necesidad de salvar a todos y trabaja en desarrollar una autoimagen saludable que no dependa de ayudar a los demás.
- Autoevaluación: Pregúntate si estás ayudando por un deseo genuino o por una necesidad de validación. Trabaja en construir tu autoestima de manera independiente.
Evalúa las reacciones y si tienes alguna o varias de ellas, utiliza alguna de las estrategias básicas para equilibrar el deseo obsesivo de salvar a otros. Siéntate a solas contigo, se vulnerable y pregúntate ¿Estoy aferrada a algo que se que no me corresponde? ¿Estoy intentando interceder o imponer mis propios deseos a la vida de alguien más? ¿Mi esfuerzo esta siendo reconocido? ¿Qué siento y como reacciona mi cuerpo cada vez que doy todo para cambiar y ayudar a alguien que no quiere cambiar? ¿Cómo seria mi vida si me libero y comienzo a actuar en permisión con lo que son las personas?
Cuando hablo de permisión me refiero a aceptar, a amar a cada persona, no me refiero a que PERMITAS que te pasen por encima. La permisión tiene límites, permisión con los pensamientos retrogradas de familiares, que puede que piensen diferente a ti, pero igual los amas y no los vas a descartar por diferencias bobas, permisión en las preferencias de amigos, permisión con otras religiones, todo lo que no sea un arma contra ti, si no, permisión con lo que son los demás.
Permisión no es aceptar a tu pareja narcisista, pasivo agresivo, permisión no es estar en una relación de abusos, permisión no es nada de eso, no quiero que lo confundas.
Para ya terminar, comienza a practicar la permisión, a descartar de tu vida aquello que no cae en permisión y raya en abuso. Pon tus emociones y las reacciones de tu cuerpo en primer lugar y sin darte cuenta, renunciaras al síndrome de la salvadora.
Con amor, Cristina.